EL GRAN CAMBIO. La nueva visión espiritual.

En los pasados años, hemos visto cómo el concepto de espiritualidad se ha añadido a la medicina, la psicología, el naturismo y a todo lo que represente una vida saludable y de transformación positiva.

El hecho de que la Internet nos ha permitido acceder de manera rápida a toda nuestra historia como raza, nos ha permitido plantearnos nuevos estándares de vida.  Esta nueva visión de lo que entendemos es correcto ha generando nuevas luchas por la justicia y la equidad, y nos ha llevado a extender los parámetros de la Fe que en un momento fueron metódicamente estructurados para el sostenimiento del status quo.

Estamos ante el nacimiento de un concepto sociológico y espiritual  más amplio, que implica el cuestionar y explorar nuestra visión de lo que somos como individuo y nuestra relación con todo. Esta nueva visión espiritual emergente no envuelve una conexión directa con alguna fe, idea o doctrina religiosa en particular, pues reconoce y comprende que las religiones son caminos hacia un mismo lugar y cuya diferencia la marca el concepto cultural que la originó.

Esta visión puede ser bien vista por algunos y con temor, e incluso desprecio, por otros. Eso es de esperarse, pues los cambios siempre producen temor e inseguridades.  Se requiere mucho valor para salir de la zona cómoda, aceptar los cambios, ver el mundo desde una nueva perspectiva y entender que lo que somos es mucho más abarcador de lo que podemos comprender y de lo que la historicidad de las creencias y los mitos religiosos nos trataron de explicar.

Es menester que la nueva espiritualidad promueva una íntima relación con el misterio llamado Dios desde una perspectiva más amplia de compasión, amor, justicia e igualdad y que promueva la liberación de cualquier agente opresor que no permita el libre desarrollo del individuo.

Si bien es cierto que la libertad de tomar nuestras propias decisiones y de establecer nuestro propios parámetros para nuestra realización personal está ligada a nuestro desarrollo espiritual, me preocupa el que el proceso pueda tomar más tiempo, y que de las luchas y la confusión que surgen como producto del cambio se nos olvide que el enfoque del desarrollo espiritual individual, no nos puede hacer perder de perspectiva que los hidrantes que alimentan esta nueva espiritualidad son el bienestar del colectivo.

Es fundamental que la nueva espiritualidad le dé forma a una visión con una perspectiva más abarcadora en donde se le dé la importancia y el reconocimiento a la mujer. Reconocimiento que no tuvo, debido a las características culturales producto de los conceptos religiosos patriarcales.

Es imperante reconocer que la esencia vibracional que lleva impresa la firma de Dios está en todos y cada uno de nosotros sin importar raza, nacionalidad, creencias o preferencias sexuales.

Nuestra visión de trascendencia no puede limitarse a las etiquetas que han permitido la marginación, la segregación racial y el discrimen.

Los descubrimientos de la física cuántica y el desarrollo de sofisticados equipos como el acelerador de partículas y el colisionador de Adrones nos han permitido ver y realizar los postulados de la antigua sabiduría que sustenta y enseña que tenemos la capacidad de transformar y crear nuestra propia realidad.

La nueva espiritualidad tendrá que ser defendida y practicada pues ningún cambio ocurre sin que se implemente, se defienda y se estructure.

La visión de una vida espiritual debe ser una amplia, que aglutine y reúna multiplicidad de ideas y de valores que nos ayuden a enfrentar los nuevos retos desde una perspectiva distinta, donde la experiencia de servir sea una compasiva, amorosa y genuina, sin buscar el proselitismo y donde promover el cuidado del planeta sea una responsabilidad de todos.

Tenemos la dicha y el gran honor de ser partícipes de un cambio radical en nuestra manera de ver el mundo y de acercarnos al misterio llamado Dios y todo lo que eso implica para nosotros y para futuras generaciones.

Ha sido mi intención compartirles este escrito pues sé que de alguna forma aporta a ese cambio que por virtud de lo que somos nos corresponde a todos vivir.

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