Este próximo día de Acción de Gracias no será igual que en los pasados años. La tristeza abate los corazones de mis hermanos puertorriqueños tras el paso de un huracán que todavía se deja sentir. Muchos amigos lectores de tierras lejanas han sufrido severos golpes de la naturaleza y probablemente faltará a la mesa de algunos una porción de comida caliente, y en muchos hogares faltará la electricidad para alumbrar las mesas donde nos sentaremos a cenar y dar gracias.
Al escribir estas letras tengo que reconocer que me embarga una mezcla de emociones. Dolor, tristeza, esperanza, coraje y frustración. Emociones que no pueden dejar de ser sentidas dentro de la triste situación que permea mi isla. No en pese a ese sentir, me sustenta el que no deja de asomarse diariamente una placentera sensación de gratitud que me trae paz y consuelo. Y es que la gratitud no se mide por las grandes celebraciones, sino por la bondad, la ternura, la justicia y la solidaridad de un pueblo, en nuestras acciones y sobre todo, por el reconocimiento. Pues el verdadero agradecimiento requiere reconocer, apreciar, y entonces…. agradecer.
El reconocimiento… es el primer paso a un genuino agradecimiento. Pero lamentablemente, lo cargado de nuestras rutinas diarias, el desespero que causa las dificultades que enfrentamos, e incluso el deseo desmedido del ego de concretizar nuestros planes, sean los que sean, nos lleva a olvidar a través de quiénes, de qué, cómo y cuándo hemos sido bendecidos.
Mi exhortación para este próximo día de Acción de Gracias es que nos reunamos no solo a agradecer, sino a internalizar y meditar por unos momentos en lo mucho o lo poco que podamos tener y dar gracias, y reconocer lo que esa bendición encierra.
Todos nuestros logros y las bendiciones que podamos tener, grandes o pequeñas, han sido eventos donde de alguna manera, otros han participado.
Maestros, amigos, familia, y hasta desconocidos, son parte de una larga cadena de personajes y situaciones que ese gran misterio que llamamos Dios ha utilizado para bendecirnos, aun en las situaciones más difíciles.
El reconocer que cada persona y cada circunstancia en tu camino son únicas y particulares medios de bendición y de aprendizaje nos lleva a apreciar la vida.
Apreciar es algo que nos ancla en el presente, permitiéndonos redescubrir el valor de las cosas.
Tal vez no tengo el dinero para comprar los zapatos que me gustaron, pero aprecio y agradezco el tener pies para caminar.
Tal vez la comida no me gustó mucho, pero aprecio y agradezco el tener algo que comer.
Aún las situaciones imprevistas y los momentos dolorosos nos sirven de escuela, haciéndonos más fuertes y más capaces, y debemos apreciarlo.
El reconocimiento y la apreciación deben ser pilares en nuestras vidas, ya que nos capacitan para ver la existencia desde una perspectiva de agradecimiento y el vivir vidas agradecidas nos conecta con la abundancia y nos concientiza a cuidar lo que tenemos, dándole un más amplio sentido de disfrute a la vida. Y la vida se hizo para disfrutarla.
Este próximo día de Acción de Gracias no será igual que los pasados, pero, si te pudiste levantar de la cama, ya es una buena razón para dar gracias. El hecho de que tengas una cama ya es razón para dar gracias; hay quien no tiene cama.
El que tengas alimento en tu mesa es razón para dar gracias, ya que hoy, mientras comes, habrá personas padeciendo hambre. El trabajo que tienes, aunque sea difícil o tengas un tirano como jefe, es razón para dar gracias; hay quien perdió su empleo y posiblemente perderá su casa.
Piensa en todo lo que tienes. Tal vez tu auto no sea el que quisieras, pero te lleva y te trae, aunque pases un rato en el tapón.
Piensa en los favores que te han hecho, piensa en el aprendizaje que has tenido en estos años y especialmente en estos meses. Tal vez hayan sido dolorosos, pero te han hecho más fuerte.
Mira a tu alrededor, todo lo que tienes es una buena razón para estar agradecido. Y aun en la pérdida que nos pueda tocar ver y sentir, mayor es la esperanza que llevamos dentro. Aun los bellos recuerdos de los que compartieron con nosotros y hoy no están, son razones para dar gracias. El recuerdo de un padre, de un amigo, de un hermano, son razones para estar agradecidos.
Personalmente, tengo mil razones para agradecer y si las enumerara todas, no terminaría. Pero entre ellas, quiero agradecer lo que vendrá. Creo fielmente que el Universo tiene para proveer para ti, para mí y para todos. Creo sin duda alguna, que hay un inmenso canal de abundancia disponible que se activa a través del agradecimiento. Creo también que tener una conciencia de escasez trae tensión y limita el disfrute de lo que tienes. Y por otro lado, una conciencia de gratitud es medicina que nos alivia y que abre las puertas a bendiciones aún mayores que el Universo tiene para nosotros.
Por eso aprovecho hoy y doy gracias por lo que tuve, por lo que tengo, por lo que deseo y por lo que vendrá.
Como dijera William Arthur Wand, “sentir gratitud y no expresarla es como empacar un regalo y no entregarlo”.